sábado, 8 de noviembre de 2014

METODOLOGÍAS, JUGADORES Y CONTEXTO EN EL ENTRENAMIENTO EN FÚTBOL


PERSPECTIVA CARTESIANA

Durante muchos años se ha observado el fútbol desde una perspectiva cartesiana, donde se divide una realidad compleja, considerando lo cuantitativo sobre lo cualitativo, donde no se tiene en cuenta el entorno o contexto donde se desenvuelve el jugador, donde todo está relacionado. El rendimiento en fútbol siempre se ha estudiado en base a la técnica, táctica, preparación física y psicológica de manera independiente, sin tener en cuenta la interacción entre ellas.

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Para Cano, citado por Conde (2010, pag 87), El paradigma sobre el cual nos hemos construido el conocimiento del juego no es otro que el cartesiano, aquel que excluye la incertidumbre inherente a este deporte, aquel que persigue la sensación de seguridad privilegiando datos, números y verdades cerradas. Su intrusión en el fútbol ha distorsionado la realidad de tal manera que, en este momento andamos cada vez más alejados de saber de futbolistas y del juego”.

Lo físico, lo coordinativo, lo mental, lo socioafectivo, etc.. son vistos de manera separada por esta visión cartesiana, siendo optimizadas aisladamente y perdiendo la especificidad dentro del propio juego, donde se desenvuelven dentro de un contexto.

El entrenamiento de manera aislada mediante continuas repeticiones de gestos técnicos sin tener en cuenta ningún tipo de toma de decisión por parte del jugador proviene de disciplinas deportivas individuales, lineales y cerradas, opuestas al fútbol; deporte colectivo, de cooperación-oposición, participación simultánea, no lineal y donde se dan situaciones abiertas donde nace la interacción dentro de un espacio compartido por ambos equipos. En los deportes de equipo como el fútbol, debido a su carácter no lineal, se dan sucesivamente situaciones de no equilibrio, resueltas de manera diferente por cada uno de nosotros dependiendo de múltiples factores como características del jugador, pasado del mismo, etc..

En palabras de Seirul·lo (2000, pag 2) nos han dicho que primero hay que automatizar el gesto, para después poder pensar, si hemos automatizado el gesto y después pensamos, ¡ya la hemos liado!”. En palabras del mismo autor “los hábitos motores que se instauran en los aprendizajes conductistas, conducen a una determinada forma de entender el deporte desde un punto de vista exclusivamente lineal. Cuando aparecen estímulos suceden una serie de acontecimientos y determinadas respuestas entorno al estimulo.

El ex preparador físico del FC Barcelona también habla de las teorías conductistas y mecanicistas; “son muy válidas para los individuos y para los sistemas lineales, pero no son válidas para los sistemas no lineales de seres vivos y nosotros en el fútbol intentamos que haya individuos que construyan juego. Los cracks son aquellos individuos que hacen cosas imprevisibles porque están en un punto de desequilibrio y precisamente por no haber sido sometidos a los procesos lineales con los que se entrena”.

Siguiendo con este tipo de metodologías, donde se trabaja la preparación física de manera analítica mediante diferente tipos de entrenamientos enfocados en la condición física, los jugadores suelen realizar carrera, fartlecks, intervalos, etc.. Estos tipos de entrenamiento supondrán un desgaste físico en el jugador, pero sin ningún tipo de incertidumbre ni desgaste mental, aspecto que afecta directamente en la fatiga. El entrenamiento integrado, por su parte, relaciona los cuatro elementos (técnica, táctica, preparación física y psicológica) pero donde se prioriza la cuantificación de la carga física sin prestar atención a los principios, comportamientos y roles dentro del juego, además de que la preparación condicional no tiene un carácter específico y relacionado con la propia modalidad del fútbol, sino que aborda las adaptaciones condicionales de una manera general.



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En relación al uso de pulsómetros, lactatos, kilómetros recorridos, tests físicos, etc.. Oscar Cano, en el libro de Cervera (2013), señala “tener datos nos hace parecer mejores porque nos ayudan a dar respuestas, falsas pero al fin y al cabo respuestas que los demás creen. La respuesta no existe. Vivimos en la incertidumbre y hemos de saber manejarnos en ella. Esa es la única realidad existente”.

En palabras de Rui Faria, citado por Cervera (2013), “el entrenamiento integrado es específico de la modalidad de fútbol pero no es específica de nuestro modelo de juego, por lo tanto no es específico de lo que vamos a realizar durante la competición”.





QUE ENTRENAR?

Debido a las carencias de este tipo de metodologías, surgen otras centradas en el proceso cognitivo en cuanto a determinados comportamientos por parte de los propios jugadores, dependiendo de sus características, su organización, relación con el espacio, adversario y su entorno en general. Este tipo de propuestas metodológicas se centran en el proceso percepción-cognición para posteriormente, tras una correcta decisión, llevar a cabo una buena acción motora o técnica, en este caso.

En palabras de Fernández (2009), “consideramos que la misión de los técnicos se va a centrar en desarrollar un modelo de entrenamiento que cubra las necesidades que se derivan de la competición y que las sesiones de entrenamiento permitan acceder a niveles óptimos de prestación durante la competición, no entendiendo esta aseveración solo en un plano condicional, sino que creemos que la acentuación ha de recaer en la dimensión cognitiva

Siguiendo a Guilherme, Amieiro y Frade (2008), “patrones de acción, individuales y colectivos, con el objetivo de crear un conjunto de referencias decisionales para que los jugadores sepan qué hacer y puedan ser creativos en las diferentes situaciones de juego. El proceso de entrenamiento debe permitir que esos patrones de acción se transformen en hábitos”.

Por lo tanto el entrenador o equipo técnico organizará planes de acción o actividades con el fin de mejorar el rendimiento colectivo teniendo en cuenta el proceso cognitivo, ya que cualquier acción llevada a cabo por un futbolista viene precedida de una percepción de la situación, seguida por una decisión ejercida por la dimensión táctica o cognitiva del jugador, condicionada por la interacción con compañeros, el juego en si, rivales, etc..

Para Juan Manuel Lillo, citando por Cervera (2013), “mi gran misión como entrenador es crear cultura táctica. Enseñar al jugador a interpretar situaciones, y eso parte de dar mucha información, es decir, darle una razón para hacer las cosas. Al final decide el jugador”.

El entrenador será el encargado de tomar decisiones buscando en la interacción entre los jugadores ese orden en el juego, empleando una serie de principios, dentro de unos espacios determinados para que surja esa organización en función al patrón de juego, haciendo entender en todo momento al jugador y ayudando a jugadores conscientes, los cuales saben qué hacen y porqué lo hacen. Estos patrones o principios nunca deberán limitar las posibilidades o soluciones del jugador dentro del contexto, sino que el entrenador deberá crear tareas de entrenamiento donde surjan diferentes situaciones propias del juego y ayuden al jugador a aprender diferentes soluciones para esas determinadas situaciones.

En palabras de Cano, citado por Conde (2010, p 91); El modelo de juego lo producen los futbolistas y sus posibilidades de integración. Somos meros receptores de dicha información, la que nos ofrece su juego para, a partir de ahí, implantar nuestro modelo de acción

Los entrenamientos, por lo tanto, permitirán al entrenador desarrollar la identidad o modelo de juego del conjunto mediante determinados patrones organizacionales o principios que estructuren el jugar del equipo, sirviendo como guía del proceso de entrenamiento-competición, definiendo así como deben de ser tratados los diversos componentes relacionados con el entrenamiento del futbolista.

Marisa Gomes, citada por Cervera (2013), define los principios como “es el inicio de un comportamiento que un entrenador quiere que el equipo asuma en términos colectivos y los jugadores en términos individuales que rigen el comportamiento de los jugadores en la competición”.

Pep Guardiola afirma, citado por Perarnau (2014, pag 139), “Yo solo busco dotar a mis jugadores de unos principios de juego que reduzcan los riesgos al mínimo y potencien sus virtudes al máximo”, priorizando ante todo la parte táctica y sus principios que permitan al equipo a desarrollar una serie de comportamientos a lo largo del partido que permita tener controlado al máximo el juego, apareciendo a raíz de esta vertiente táctica los demás componentes de la preparación global del futbolista.

Dime, tú que sabes lo que es el atletismo, ¿sirve de algo esto de la carrera continua, aparte de hacerte daño en la espalda? […] Ahora regresarán y creerán que han entrenador duro porque han corrido un cuarto de hora. Pero solo es un efecto placebo. Ellos piensan que con los ejercicios de posición y conservaciones no trabajan...”

teinteresa.es
Perarnau (2014, pag 107), citando a Pep, habla de la metodología empleada en los entrenamientos del club alemán, haciendo incapié en la preparación física a la hora de reincorporarse de una lesión, como método preventivo.. “No habrá series de velocidad, ni de resistencia, ni sesiones de pesas. Solo algunas pequeñas cuñas puntuales para ajustar la condición de algún jugador rezagado que salga de una lesión”. […] “potenciamos la calidad frente a la cantidad, hacer más cosas de calidad juntas en lugar de hacer trabajos físicos muy largos […] de hecho, sin balón no hacemos nada, solo algunas recuperaciones y algún trabajo específico para ajustar a algún jugador”



bigstory.ap.org
En el Bayern, el preparador físico Lorenzo Buenaventura prepara los entrenamientos planteando tareas donde relacione por lo tanto las capacidades físicas con los principios tácticos pretendidos. En palabras de Perarnau (2014, pag 37), “Buenaventura aprendió de Seirul·lo la metodología de los microciclos estructurados que se basa en pequeños ciclos de entrenamientos de tres a cinco dias dedicados a trabajar una capacidad física: fuerza-resistencia, fuerza elástica o fuerza explosiva, dependiendo del jugador y del momento de la temporada. Siempre con balón, el entrenamiento simula condiciones técnico-tácticas del próximo partido. […] En todas las sesiones se da prioridad a determinados objetivos técnicos y tácticos que han pactado Guardiola y Buenaventura: un dia es la salida de balón; otro, la presión tras la pérdida de balón en ataque, etc..”

Por su parte, en oposición a todo este tipo de ideas, y no por eso es un peor trabajo, está la metodología de otros equipos como el Atlético de Madrid, donde además de la vertiente táctica, ven interesante trabajar también la preparación física de manera aislada y fuera del contexto futbolistico.



marca.com
Viendo una entrevista en el diario Marca, el preparador físico Oscar “El Profe” Ortega dice que el no está en la posesión de la verdad absoluta y que el se limita a poner en práctica conocimientos que ha ido adquiriendo durante décadas. Aznar (2014), cita a Ortega, “Cuando trabajas seis contra seis, puedes pensar que los 12 están en sus niveles, pero luego ves que uno ha estado por debajo por cansancio, otro por una molestia.. Son fugas en las cargas de trabajo, que no tienen porqué ser voluntarias. Por eso hay que complementar con cargas ortodoxas” […] “Sería lindo decir que entrenamos siempre con balón, pero no es así. Las cargas ortodoxas son transcendentales en nuestro método, ya que consideramos claves los niveles de potencia aeróbica y somos conscientes de que, por nuestra forma de jugar, la velocidad aeróbica máxima del futbolista debemos tenerla muy bien delineada, con los umbrales muy bien colocados”. […] “Que tu equipo haga doscientos kilómetros no te garantiza ganar, como tampoco hacer trescientos pases correctos. Hay que saber encontrar el equilibrio. A nivel físico es igual que a nivel táctico o técnico. Un entrenador no puede imponer un sistema en un grupo que no tiene cualidades para llevarlo a cabo. Físicamente, tampoco podemos hacerlo”.


Como podemos observar, en los últimos años está apareciendo en el entrenamiento del fútbol los aspectos tácticos como centro del proceso de entrenamiento-competición, apareciendo los aspectos físicos o condicionales, técnicos y psicológicos como consecuencia de la organización del propio juego, ayudando a este a llevarse a cabo, aunque también existen otros clubes donde la metodología de trabajo es totalmente opuesta, apostando por el trabajo condicional fuera del contexto futbolístico. Por lo tanto podemos observar que han existido equipos campeones con todo tipo de metodologías, que cada una tiene sus pros y sus contras y que el arte del cuerpo técnico es la de dar con la llave y adaptar el trabajo al grupo de futbolistas del que dispone cada equipo.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Aznar, L. (2014). Los secretos del profe. Diario Marca. Recuperado de: http://www.marca.com/2014/10/13/futbol/equipos/atletico/1413210304.html

Cervera, A. (2013). Modelo organizacional – estratégico de entrenamiento en fútbol. MC Sports.

Conde, M. (2010). Transición ataque-defensa. Pautas táctico-emocionales. MC Sports.

Fernández, D. (2009). Nuevas aportaciones en el campo de la táctica: Inmersos en un nuevo paradigma. MC Sports.

Guilherme, J., Amieiro, N. y Frade, V. (2008). Periodización táctica, un modelo de entrenamiento. Barcelona.

Perarnau, M. (2014). Herr Pep. Crónica desde dentro de su primer año en el Bayern Múnich. Córner.

Seirul·lo, F. (2000). Una línea de trabajo distinta. I Jornadas de actualización de preparadores físicos. Junio 2000.


jueves, 4 de septiembre de 2014

EL ENTRENADOR COMO GESTOR DE GRUPO

La interacción de todas las personas que forman un grupo dependen de múltiples factores que influyen en las mismas, cada vez más, los entrenadores tienen que jugar con estas variables para sacar un mayor rendimiento a su plantilla. Siguiendo a Isidori (2013, p 44) las ciencias humanas abren una visión a menudo olvidada en la ciencia de la formación: el hecho de que el entrenador es mucho más que un mero ejecutor de métodos sistematizados o un experto de contenido”. Como afirmó Cubertin (1972), el deporte no solo cuenta con aspectos biofisiológicos de los atletas, sino que también con otras dimensiones que tienen que ver con la complejidad de la persona. En este ámbito se sitúan la voluntad, la fortaleza, el carácter y la motivación, los cuales serán analizados en el presente articulo.


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Es importante, por parte del entrenador, la transmisión de una serie de principios, valores, filosofiía de juego y energía hacia sus jugadores con el fin de obtener todos unos mismos objetivos, donde todos opinan, aconsejan, observan, critican, etc.. El conocimiento de uno mismo favorecerá al comportamiento del grupo, el cual será el reflejo de sus líderes.
Las influencias positivas hacia un grupo de personas se consiguen inicialmente con un autoconocimiento de uno mismo para posteriormente conocer al grupo y finalmente a los individuos de los cuales está formado el grupo, mediante la suficiente empatía con los demás integrantes. De esta manera se obtendrá una mayor eficacia en la gestión de recursos y talentos.
El entrenador, como lider de un grupo, debería de dirigirse a sus jugadores mediante la pasión y empatía (entender al otro y hacer que entienda) buscando un estado de autoestima y autoconfianza positivos en ellos mismos, mediante la autogestión, transparencia, optimismo, intuición e influencia.

Un aspecto importante dentro de las labores de un entrenador es la de saber delegar, es decir, dar responsabilidades a cada miembro según su talento y capacidad, siendo imprescindible para conocer virtudes y defectos de cada uno, haciendo que todos se sientan importantes dentro del grupo.

En palabras de Jorge Valdano “el fútbol es un estado de ánimo”. El sentido de pertenencia a un grupo, a un estilo de juego mediante la identificación con unos valores, provoca una implicación y participación más eficaces por parte de cada jugador dentro del propio equipo. Para sentirse eficaz es imprescindible la consciencia del puesto que ocupa cada uno dentro de un equipo, siendo responsabilidad del lider hacer entender que papel ocupa cada uno. Jordi Ubea y Gabriel García, cuentan en su libro que José Mourinho, en los momentos previos a cada partido que disputa su equipo, dedica 3 minutos a cada jugador para hacerle llegar lo que espera de cada uno y lo que el grupo necesita de el.

La comunicación resulta vital para el correcto funcionamiento del grupo, siendo responsabilidad del entrenador hacer llegar a los jugadores porqué se hacen las cosas, con el objetivo de que cada uno de los jugadores sea consciente y tenga claro el porqué se hace lo que se hace, de los objetivos a perseguir y aclarar las posibles dudas a cada uno de ellos.
El entrenador, como lider, debe de ayudar a todos los miembros del equipo apreciando sus virtudes y disimulando los defectos de cada uno, haciéndoles llegar las metas y sueños del grupo en su conjunto en relación con cada uno de ellos, haciéndolos sentirse importantes dentro de la plantilla. Desde el principio es vital que todos tengan una visión clara y positiva de los objetivos a perseguir, transmitiéndoles que se busca del propio individuo y del grupo en su conjunto. Será vital la motivación tanto individual como colectiva, transmitiéndoles a cada jugador los valores y principios, con el fin de que estos los incorporen como propios, que los compartan y crean en ellos. Siguiendo a Isidori (2013, p 68) los valores educativos del deporte no son en realidad aquellos que generalmente vienen asignados desde el exterior, de manera exógena (bienestar, amistad, lealtad, respeto, etc.) sino aquellos que, de manera endógena, se van progresivamente construyendo en la persona a la par que la experiencia individual vivida también en el entrenamiento”. Para Moreno Arroyo y Villar Alvarez (2004) el pensamiento de los entrenadores y su filosofía, la manera en la que actúa en la práctica y el modo en el que influye en el proceso de enseñanza-aprendizaje, son considerados fundamentales para una correcta ciencia del entrenamiento

La inteligencia emocional se puede organizar en las capacidades de conocer las emociones y sentimientos, manejarlos y reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones dentro del grupo. Resultará esencial el control de la ansiedad, presiones, miedos y agresividad causantes de la disminución del rendimiento. Los propios miedos pueden provocar inseguridad, pensar que no se está a la altura, temor por la opinión de otros o por la propia incapacidad de uno mismo.

El conocimiento del grupo por parte del lider es esencial. El entrenador, como lider, debe de ser consciente de que el no forma parte del grupo, debe de dejar espacio y mantener un adecuado distanciamiento es vital, siendo consciente de que sus jugadores no son sus amigos. El entrenador, para ejercer justicia debería de ponerse en la piel de cada uno antes de actuar. Además, una tarea importante para el será la de canalizar los egos individuales en beneficio del grupo. Según Emery (2012, p 195) “para que los egos no sean excesivos, lo que hay que hacer es aumentar la autoestima de los jugadores. Sí, aumentar la autoestima. Un ego se agiganta cuando falta autoestima. Si los miembros del equipo tienen un nivel medio-alto de autoestima, aprenden más, son más tolerantes con el resto y mucho más felices”.

El grupo es uno, pero cada uno es distinto”

Dentro de un equipo es vital un clima de trabajo óptimo. Es importante el “repatir papeles”, de forma que todo el equipo forme parte del triunfo y del fracaso, asi como potenciar la confianza en uno mismo. Vicente Del Bosque habla de la importancia de “el ser justo y comprensivo, saber ceder -no todo es ordeno y mando- y esperar, utilizar la mano izquierda pero sin abusar de ella, buscar emocionar a los jugadores para que se impliquen”.

El lider deberá de controlar las emociones propias, tener autoconfianza y transmitirla hacia el resto de componentes del equipo, dando seguridad, tranquilidad, normalidad a los jugadores. Deberá de ser transparente, ser sincero y tener compañerismo, asi como ambición ante los posibles retos y objetivos.

Resulta esencial para un lider generar un ambiente de optimismo, siempre deberá de huír de la negatividad y posibles miedos.

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Además, un lider deberá de tener iniciativa, ser un guia del grupo y tener motivados siempre a sus componentes mediante una relación de empatía con los jugadores, poniendose en la piel del semejante y saber como el se siente. Deberá de tener capacidad de organización, no dejar nada al azar, saber delegar en el campo, haciendo sentirse útil a los componentes del equipo y saber gestionar los conflictos escuchando a los implicados para poder tomar una decisión.

Otra de las características fundamentales del lider, es la de influir sobre las actuaciones de un grupo organizado hacia metas específicas para conseguir estas. “Sin meta clara, no hay esfuerzo que valga”. Debe de ser el lider quien tenga la capacidad de marcar metas y objetivos acordes a las capacidades del grupo, a corto, medio y largo plazo, sin que estos sean elevados, ya que podrían provocar frustración, o fáciles, que podrían desencadenar en la desmotivación. El lider deberá de gestionar las motivaciones y energias de los componentes del grupo. El liderazgo consiste en preveer, estudiar y planificar con el fin de definir las estrategias necesarias para la orientación del grupo, teniendo la visión de lo que se puede lograr. El motivar, incorporar, recompensar y unificar resultan esenciales para persuadir a los jugadores con el fin de hacer lo mejor posible lo que necesita el equipo de cada uno de ellos, no dejando nada a la improvisación, organizando la manera de motivar al equipo mediante una dirección ordenada y sólida, dando confianza y elevando la autoestima de los propios jugadores. En ocasiones de desmotivación, es importante que el jugador vivencie situaciones de éxito personal, proponiéndole solucionar situaciones que sea capaz de resolver, sin perder la dificultad, suponiendo un reto para el, que acabe de forma positiva y eleve su autoestima.
El planteamiento de metas debe de ser encaminado a buscar metas específicas y difíciles, que provocarán un mayor rendimiento que las fáciles y ambiguas, suponiendo retos realistas. Las metas a corto plazo pueden facilitar estas en un plazo largo de tiempo. Además, las metas afectan al rendimiento, esfuerzo, persistencia y dirección de la atención. La información sobre el progreso y un control constante será importante para llegar a los objetivos marcados.

Una buena planificación pasa a ser algo imprescindible. Es necesario marcarse objetivos a largo plazo, saber que queremos? y a que vamos a jugar? es preciso, pero los resultados necesitan objetivos a corto plazo. Urbea y García de Oro nos hablan de esto en su libro Éxito; “no es importante ganar la batalla, sino la guerra. Pero esta se gana batalla a batalla, ya que lo más significativo para un técnico son los resultados, paso a paso”.
Es importante que los líderes dejen claro las funciones y derechos de cada uno de los miembros del grupo. El líder debe de sacarle a la plantilla el máximo rendimiento que es capaz de dar, marcando los objetivos que debe de cumplir la plantilla dejándolos claros a cada uno de los jugadores.

“Tu obligación no es ser campeón del mundo, tu objetivo es saber cual es la idea de juego”. (Menotti)

La idea de meta y objetivos debe de ser bien clara y perseguirla sin depender de las victorias o derrotas que sufra el equipo. En palabras de Louis Van Gaal “nunca he sido de los que cambian de humor en función de os resultados de mi equipo”. Tras la derrota hay que elevar el ánimo de los jugadores mediante el apoyo, enseñando a asumir las derrotas, sacando conclusiones después de esta. Un mal comportamiento individual nunca puede desestabilizar al grupo, y debe de existir una distancia entre jefe y empleado, o lo que es lo mismo entrenador y jugador. El comportamiento debe de estar regido por normas y sanciones, premiando siempre las acciones positivas en lugar de castigar las actuaciones negativas. La implicación de cada uno de los jugadores debe de ser total, sin mantener a nadie “al margen”, premiando la idea de grupo, solamente pudiendo alcanzar los objetivos con la suma de todos los integrantes del equipo.
La dirección a seguir por el equipo debe de estar relacionada por una toma de decisiones basadas en una plena convinción, meditación y estudio.

En todo grupo o plantilla pueden surgir en algún momento determinados confictos a partir de la relación entre los integrantes del mismo, ante los que el entrenador tiene que intervenir con resolución, pragmatismo y contundencia, como apuntan Ubea y García de Oro, ya que un conflicto mal resuelto puede acabar fragmentando la cohesión del grupo. El entrenador, como lider, debe de tener experiencia como tal además de como persona, con el fin de ser justo y equitativo en la toma de decisiones. En caso de ser demasiado tíbio podría facilitar un mayor número de indisciplinas, mientras que en caso de mantener una postura demasiado dura, desautorizaría su función de líder. Cada entrenador actuará de manera diferente ante una situación debido a una serie de factores. Siguiendo a Isidori (2013, p 75) “las creencias que el entrenador ya tenga, las experiencias pasadas y el llamado pasado deportivo, que pueden afectar a los patrones de pensamiento y a las directrices (educativas o comunicativas) en la acción de entrenamiento. Otros factores que pueden influir en su filosofía son: los entrenadores que se han tenido anteriormente, los familiares, los amigos, los conocidos, la situación en que se encuentra, las emociones que han sentido en una experiencia anterior y las emociones en cualquier experiencia presente.

En palabras de Emery y Cubeiro (2012, p 169), “un equipo, en el que los resultados sean mayores que lo que hace cada jugador por separado, no puede darse si los jugadores trabajan unos contra otros (compiten, consciente o inconscientemente, entre ellos, en lugar de competir contra los equipos rivales) o si pretenden trabajar sin sus compañeros (desde el individualismo, la labor individual que muchas veces ensalzan los medios de comunicación para explicar la victoria). El equipo somos todos. Todos somos importantes y por ello los jugadores deben jugar con sus compañeros (cooperación, que es el modelo de éxito en la mentalidad ganadora) y sobre todo para sus compañeros (cuando somos una piña, nos salimos)”.

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En situaciones de conflicto, la asertividad por parte del entrenador será clave para conseguir solucionar la situación. Emery y Cubeiro (2012, p 171) hablan de la asertividad; "¿Como ser asertivo?. A partir de tres cualidades: la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entender por qué hace lo que hace). Cuando alguien te pide algo que no le puedes dar, por ejemplo, el primer paso es preguntarle activamente qué es lo que quiere, interesarse, para entenderlo bien. Preocuparte sinceramente por esa persona que te necesita en ese momento. Las personar agresivas no empatizan con los demás, ni se molestan en ello. El segundo paso es la autoconfianza. Es la convicción de que uno puede. Por tanto, significa ante una demanda mostrar el propio punto de vista, con sinceridad, sin herir a nadie. El tercero es buscar juntos una solución de beneficio mútuo, en la que ganen las dos partes, en la que se pueda conciliar intereses (por eso es imprescindible la empatía, para conocer directamente los intereses del otro y conseguir que ambas partes cooperen), aunque disten de las posiciones iniciales. Creo en el trato cercano a las personas, como base para el alto rendimiento de un equipo. Creo en construir puentes y no muros con los demás".

La fortaleza mental resulta clave a nivel de autoestima ante posibles derrotas, evitando la desmotivación, frustración, tristeza e incluso el abandono. Por eso es muy importante que el entrenador consiga mantener un nivel óptimo de autoconfianza en todos y cada uno de los jugadores, sino nunca podrán aportar su 100%. Estos tendrán que ser tolerantes ante la frustración, tener fuerza de voluntad, sobre todo en los peores momentos, un buen manejo de las emociones y pensamientos, ya que si estos son negativos, los resultados serán negativos, siendo clave por este motivo la siempre presencia de optimismo por parte del entrenador hacia los jugadores, resaltando todo aquellos esfuerzos que finalizaron con éxito por su parte con el fin de reforzar esta autoconfianza y autoestima del grupo.

Muy relacionado con esto está la motivación. El entrenador deberá de tener muy en cuenta que el trabajo y esfuerzo genere confianza en sus jugadores, ofreciéndoles oportunidades sin escatimar en elogios hacia ellos. Los errores siempre estarán presentes, en palabras de Pep Guardiola es interesante que el entrenador, como lider, se los muestre a sus jugadores como experiencias del aprendizaje.
El concepto motivación se podría definir como un conjunto de razones que llevan a un individuo a realizar una actividad concreta, o a evitarla, con una intensidad mayor o menor según estas razones. Se pueden dividir en extrínsecas e intrínsecas, siendo las primeras las que provienen de otros individuos o circunstancias y las segundas las del propio interés por realizar una actividad determinada. Halliwell (1994, pag 51) nos habla de la motivación diciendo que esta “debe ser analizada también desde el punto de vista del jugador: como una de las habilidades psicológicas que requiere para convertirse en un jugador efectivo”. Lorente, (2011, pág 10) define el concepto motivación de la siguiente manera: “La motivación ha sido explicada en los diversos manuales de psicología como una estructura de activación interior que estaría en el origen de muchos comportamientos”.
Dentro del ámbito de la enseñanza, aunque se puede relacionar también con el deporte, se habla de atribución causal como todos aquellos pensamientos sobre las causas que tiene como determinantes un individuo sobre su forma de actuar y de interpretar el entorno en el que le rodea. Esto lógicamente va a desencadenar que este individuo adopte un comportamiento determinado u otro. Alvariñas Villaverde, González Valeiro y Santos Rego (2000, pag 909) nos hablan de la atribución causal como la “explicación que los alumnos y alumnas dan a su éxito académico en esta materia”, lo cual se podría relacionar con el pensamiento del jugador.

Por lo tanto, vemos que en un deporte como el fútbol, donde varias personas diferentes conforman un grupo que depende de un entorno y numerosos factores que influyen en el, el entrenador cada vez deberá de controlar lo máximo posible este ámbito con el fin de sacar el mayor partido a su equipo dentro de un clima óptimo para conseguir los resultados buscados.


Referencias bibliográficas:

Alvariñas, M., González, M. Á., y Santos, M. A. (2000). Atribución causal y estructuras de aprendizaje en Educación Física.

Emery, U. y Cubeiro J.C. (2012). Mentalidad ganadora. El método Emery. Los secretos del entrenador más eficiente para lograr el éxito. Temas de hoy.

Halliwell, W. (1994). La motivación en los deportes de equipo. Apunts: Educación Fisica y Deportes, 35.

Isidori, E. (2013). El entrenador como educador. Sette Citta.

Lorente, A. P. (2011). La Motivación del alumno: factor clave en la tutoría personal. EA, Escuela abierta: revista de Investigación Educativa, (14), 9-32.

Urbea, J. y García de Oro, G. (2011). Éxito; Las once claves de la motivación, el triunfo y el liderazgo vistas por los mejores entrenadores del mundo. Planeta.

martes, 19 de agosto de 2014

LA PRETEMPORADA

Dentro del mundo del fútbol existen diferentes tipos de metodologías, como pueden ser el entrenamiento tradicional, integrado, periodización táctica o microciclo estructurado, entendiendo cada una de ellas el periodo “precompetitivo” o de “pretemporada” de diferente manera. En esta entrada realizaremos una reflexión sobre el estudio de las diferentes metodologías dentro de este periodo.


Las pretemporadas son un periodo donde los jugadores regresan a los entrenamientos, por lo general después de un periodo de vacaciones o descanso y estos comienzan un proceso de adaptaciones al esfuerzo que se puede realizar de múltiples maneras y donde equipos que emplearon diferentes metodologías, con sus diferentes características llegaron al éxito. Estas adaptaciones se pueden llevar a cabo centrándose en un tipo de entrenamientos más específico, basándose en la idea de juego y los principios organizativos del equipo, donde las preocupaciones técnicas, físicas o psicológicas surgen provocadas por la especificidad del propio juego o a nivel condicional, donde se busca una “base física que soporte los principios tácticos”.

twitter.com/RafelPol
El preparador físico del Fútbol Club Barcelona, Rafael Pol, nos indica en su libro sobre preparación física en el fútbol que el periodo de pretemporada será un proceso de readaptación de los jugadores a la actividad competitiva y coadaptación entrenadores-jugadores, donde los primeros podrán observar las características de sus propios jugadores en base a las cuales construirá su idea de juego. Además este periodo, siguiendo a Pol, provocará una readaptación de las estructuras musculares, conectivas y óseas con el fin de disminuir el riesgo de sufrir lesiones. 


Para el preparador del club catalán, durante la pretemporada es conveniente llevar a cabo una progresión a nivel de trabajo para favorecer a la readaptación morfofuncional del futbolista, comenzando por una dinámica extensiva, con situaciones de juego con relaciones temporales y espaciales similares a competición, introduciendo posteriormente una dinámica intensiva, que buscará una mejora de la capacidad acción/interacción del jugador con el entorno, un importante tiempo de descanso entre tareas, gran intensidad de acción, espacios reducidos y un menor número de jugadores.

Por otro lado, también existen teorías de entrenamiento donde justifican que la forma específica en el fútbol está sustentada por un buen estado de forma a nivel condicional, donde entienden la pretemporada como un periodo para “cargar las pilas”, que posteriormente garantice la forma de los jugadores durante la pretemporada.

Para Pol (2011), “ha condicionado mucho el diseño de las pretemporadas la también comunmente aceptada creencia de que un buen trabajo durante la pretemporada servía para cargar las pilas para el resto de la temporada. Sin embargo, al analizar la duración de las adaptaciones producidas por el entrenamiento observamos que esta creencia no tiene una base fisiológica, ya que las adaptaciones producidas por el entrenamiento no pueden mantenerse de forma tan prolongada en el tiempo”.

El entrenador José Mourinho defiende la idea de que si la base del rendimiento en el fútbol es la organización del juego, la forma deportiva no puede limitarse a la dimensión física. Oliveira y otros (2011), citan al entrenador portugués:

La forma no es física, la forma es mucho más que eso. Lo físico es lo menos importante para alcanzar la forma deportiva. Sin organización y talento para explotar un modelo de juego, las deficiencias son explícitas, pero poco tiene esto que ver con la forma física.”

cadenaser.com
Al trabajar la vertiente táctica en unas condiciones semejantes a las que deseamos para la competición y al juego que deseamos, estamos desenvolviendo la vertiente física en la especificidad que tiene, por ejemplo, en vez de desarrollar la fuerza de una forma aislada o descontextualizada, lo hacemos a través de ejercicios con determinadas características, jugando con el espacio, el tiempo, el número de jugadores y las reglas que les imponemos, de esta forma estamos desarrollando algo relacionado con la fuerza, pero en un contexto más específico. Un ejercicio en el que existen a la vez muchos saltos, paradas, cambios de dirección, es mucho más útil que trabajar la fuerza aisladamente”.

Estos autores también citan al ex-entrenador del Real Madrid Vanderlei Luxemburgo, con una idea basada en el pensamiento convencional, quien opina que “si la parte física no está bien, de nada vale la táctica o la técnica”.

PICOS DE FORMA

Existen también determinadas creencias en relación a los picos de forma a lo largo de la temporada, donde se programan los entrenamientos para rendir a distinto nivel en distintas fases del periodo competitivo, teniendo en cuenta determinados periodos que para entrenadores que siguen esta metodología resultan clave en la temporada, basandose en el “efecto retardado de las cargas”.

Las metodologías más centradas en el modelo de juego no creen en esta propuesta debido a que al principio de temporada el cuerpo técnico no sabe exactamente que partidos tendrá en 4 o 5 meses, si contará con los mismos jugadores, que competiciones seguirá disputando o simplemente que todos los partidos ganados se ven recompensados con 3 puntos, por lo que defienden mantener un nivel de forma física submáximo durante toda la temporada sin oscilaciones, frente a las metodologías más “convencionales”.

Oliveira y otros (2011), citan a José Mourinho, quien opina “yo no quiero que mi equipo tenga picos de forma. No puedo querer que oscile su rendimiento. Quiero que mantenga siempre unos parámetros de rendimiento elevados, porque no hay partidos o períodos más importantes que otros. Todos los partidos se deben ganar”.

Por su parte Seirul·lo (2007) defiende la idea de que “es imposible que, entrenando un mes, se llene, como se pretende, el tanque de un futbolista para toda la temporada. Imposible. Y los preparadores tenemos que flagelarnos en esto pues le hemos dado demasiada importancia a la pretemporada. Hacer entrenamientos dobles y triples durante dos semanas no es bueno para los jugadores. Sólo consigues fatigarlos y que lo estén pagando durante los cinco primeros partidos de Liga. Para mí lo correcto es prepararse para el primer partido sólo. Exclusivamente. Y luego para el segundo... y así. No se puede hacer una pretemporada entrenando dos semanas seguidas en tres turnos sin tocar el balón. Perjudica y no es útil”.

VOLUMEN-INTENSIDAD

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El traslado de metodologías de entrenamiento desde deportes psicomotores a otros sociomotores como el fútbol ha provocado la aplicación de sistemas de entrenamiento a lo largo de la temporada basados inicialmente en un trabajo donde predominaba el volumen, continuando con un aumento de la intensidad y disminución del volumen. Este tipo de trabajo buscaba desde hace años que el futbolista adquiriese un soporte o “resistencia de base” para afrontar la temporada comenzando con mucho volumen de trabajo para continuar con una disminución de este e incrementar la intensidad con una mayor exigencia de trabajo físico.

Actualmente, metodologías como la periodización táctica, se basan en la intensidad y concentración que supone cada tarea en base a una serie de variables como son el nº de jugadores, espacio determinados por la tensión, velocidad y duración de la contracción muscular, entrenando siempre a intensidades máximas relativas de manera continua durante todo el periodo precompetitivo y competitivo. Mourinho, entre otros entrenadores, rechaza las nociones tradicionales de volumen e intensidad:

“Parto del principio de que la mejor forma de recuperar las pérdidas de unas vacaciones, es trabajar desde luego con intensidades máximas relativas, asociadas a las características de nuestro juego. Por eso, no creo en el aumento de volumen, ni en la inversión de volumen por intensidad. Por ejemplo, lo que normalmente se llama resistencia aeróbica y que convencionalmente se dice que se adquiere con volumen de trabajo, también se consigue con la acumulación de intensidades máximas relativas”.

CAPACIDADES CONDICIONALES

El entrenamiento sistemático de la resistencia conlleva a una serie de adaptaciones en el futbolista defendidas por las metodologías clásicas, orientadas a la mejora de estos procesos. Pol (2011), nos habla de estas adaptaciones, “aumento de las reservas energéticas de la célula muscular así como un aumento de las mitocondrias; un aumento del cubicaje cardíaco y hipertrofia de la musculatura cardíaca, lo que implica un aumento del volumen minuto cardíaco y del volumen sanguíneo; disminución de la FC de reposo y submaximal; aumento del volumen de sangre y capacidad de transportar oxígeno en la misma, asi como una mejora en la capilarización de los vasos sanguíneos; aumento de los alveolos pulmonares, lo que conlleva una mejora en el intercambio gaseoso; mejora de la producción-degradación láctica, etc.”

Sinembargo, Pol también comenta que “entendemos por estado de forma algo más que una simple optimización de los diferentes subsistemas bioenergéticos, de forma que entendemos por un estado de forma óptimo aquel que solo puede lograrse cuando todas las estructuras del futbolista actúan de forma sinérgica, permitiendo al jugador mostrar competencia en su entorno competitivo”.

Por lo tanto cabe tener en cuenta que además de la parte condicional, en un partido el rendimiento de un jugador no solo dependerá de su rendimiento condicional o “físico”, sino que de un proceso interactivo donde además de correr, lo tendrá que hacer resolviendo situaciones del juego dentro de un entorno con múltiples factores que infuyen en el rendimiento del jugador. Por lo tanto mediante procesos de entrenamiento “convencionales” no conseguiremos mejorar la realización motriz de una tarea con un futbolita fatigado, aunque se estimulen algunos parámetros fisiológicos y estos lleven a posteriores adaptaciones.

Janssen (2003) y Jager (2003) demuestran como los estados emocionales o los procesos de fatiga respectivamente alteran la respuesta motriz, por lo que si esta respuesta depende de factores como la fatiga o los estados emocionales (relaciones con el entorno), por muchas adaptaciones físicas que tenga el jugador, existirán más factores que influirán en la respuesta motriz de este.

READAPTACIÓN Y EJERCICIO PREVENTIVO

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El entrenamiento genérico de la resistencia si que podría ser interesante en procesos de readaptación, donde el objetivo no será entrenar para competir, sino que el de prepararse para poder entrenar. En estos casos de jugadores que vienen de lesión y están en un proceso de readaptación, según Pol (2001), “debería combinarse con el trabajo de prevención, para mejorar de esta forma la readaptación morfo-funcional del jugador. Así, si que habrá una parte del trabajo que no respetará el acoplamiento entre los ciclos específicos de percepción y acción ni las interacciones específicas de los jugadores, pero ayudará a mantener la salud y funcionalidad de los jugadores de forma más prolongada en el tiempo”.

CONCLUSIÓN

Dentro de la metodología del entrenamiento en fútbol, existe un gran número de factores que influyen en el entorno donde actúe el jugador y diferentes estructuras que influirán finalmente en el rendimiento. Para el entrenador es vital la importancia del contexto en el que se encuentra, las características de sus jugadores, si continua con un mismo bloque con similares principios tácticos a trabajar o bien comienza un nuevo proyecto, donde se tendrá que crear una nueva identidad y este necesitará más tiempo para el desarrollo de un nuevo modelo de juego.

Por lo tanto el entrenador deberá de adaptarse al contexto y justificarlo. A lo largo de la historia han existido campeones que entrenaron con diferentes tipos de metodologías, la dificultad para el preparador está en adaptar el modelo metodológico al contexto donde se encuentra el entrenador y a los jugadores a los cuales tendrá que ayudar para conseguir su óptimo rendimiento en las competiciones a disputar.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Oliveira, B. y otros (2011). Mourinho, ¿Por qué tantas victorias?. MC Sports.

Pol, Rafael (2011). La preparación ¿física? En el fútbol. El proceso de entrenamiento desde las ciencias da la complejidad. MC Sports.

Seirul·lo, P. Diario Marca; Sábado 24 Noviembre 2007, pag 24.

Janssen, D. y otros (2008). Recognition of emotions in gait patterns by means of artificial neural nets. Journal of Nonverbal Behavior, 32, p 79-92.

sábado, 26 de julio de 2014

ESTRUCTURA SOCIOAFECTIVA EN EL FÚTBOL

Además de las estructuras cognitiva, condicional, coordinativa, creativo-expresiva o emotivo-volitiva desarrolladas en el proceso global en el que se desarrolla el juego, en deportes colectivos como el fútbol tiene vital importancia la estructura socioafectiva, encargada de las relaciones e interacción entre cada individuo con sus respectivos compañeros, entrenadores, etc.. formando parte todos ellos de un grupo.

 La estrucutra socioafectiva buscará optimizar estas relaciones, de forma que cada individuo coopere, compita y acepte a los demás, generando una serie de interacciones con sus compañeros de situaciones vividas por cada individuo en el juego dentro del colectivo. La evaluación posterior de cada jugador analizará si la situación real tiene algo que ver con lo deseado previamente por el jugador dentro de su papel en el grupo.

Diferentes aspectos afectivos determinan la personalidad del jugador, como su vida deportiva formada por las aportaciones de todos los equipos o grupos de los cuales formó parte, autoestructurando en el propio jugador, su propia imagen afectiva. Además la personalidad también se concreta según los valores del grupo, la intimidad entre jugadores, club y entrenador y el bienestar personal que tenga el jugador.
En el deporte y en los equipos es preciso una estrutura socioafectiva, configurada con procesos interactivos y retroactivos de donde cada jugador obtendrá una autoevaluación basada en juicios evaluativos como los siguientes:

· Conocimiento de la situación o contexto.
· Expectativas del grupo.
· Compromiso individual.
· Confianza individual.
· Percepción de autocompetencia que tiene sobre si mismo cada jugador.
· Deseos individuales.
· Satisfacción personal.
· Aceptación a sentirse juzgado dentro del grupo.


El nivel de complicidad del grupo vendrá precedido por una determinada afectividad y cohesión dentro de este, provocando en caso positivo, que la finalidad del grupo sea la finalidad de sus componentes. Es interesante la evaluación de la interacción de las diferentes estructuras como son la cognitiva (trata la información del sujeto, resultado, compañeros y oponentes) que puede provocar deseos personales positivos o negativos, la estructura condicional y coordinativa. Estas tres estructuras provocarán fenómenos afectivos que estimularán o deprimirán la actuación del jugador en el entrenamiento o el partido. El entrenador deberá de tener muy en cuenta la dimensión socioafectiva si quiere evitar el fracaso.

La organización, el aprender y la competitividad potenciarán las relaciones interpersonales y el rendimiento individual y de grupo. Será clave para el entrenador la optimización de la autogestión del grupo mediante la ayuda mútua y la cooperación, debido a que este no juega y conseguirá un grupo de jugadores conscientes de lo que hacen, que aprendan unos de otros. El entrenador deberá emplear un estilo de comunicación asertivo, comunicación empática y ofreciendo una confianza mútua, autogestionando los recursos de los que posea la plantilla y ponerlos al servicio del equipo.

La situación de juego podrá suceder en el espacio de intervención, donde estarán los participantes más próximos al balón y que se deberán de ofrecer ayuda mútua o en el espacio de fase, aquella totalidad de espacio restante, que deberá de ser ocupado de determinada manera por el resto de jugadores y que deberán cooperar con sus compañeros dependiendo del sistema de juego e interpretación de la fase de ataque o defensa. La cooperación supone que las responsabilidades individuales de cada jugador contribuyan a los intereses y objetivos comunes.
Será importante que los entrenadores, con el fin de alcanzar un nivel óptimo de autogestión por parte de los jugadores, definan los espacios de fase, la ubicación de sus jugadores y la función de estos en cada fase, así como la velocidad de circulación del balón. También es interesante que los jugadores sepan identificar el papel individual (en los espacios de intervención y de fase) y las exigencias propias en cada uno de ellos.
Las tareas y las intervenciones dinamizadoras y motivadoras del entrenador tienen un papel relevante con el fin de aumentar la confianza intrapersonal con iniciativas de cooperación y ayuda entre los jugadores, buscando aumentar el refuerzo y el interés de los mismos.

A lo largo de los partidos surgirán en ambos equipos diferentes espacios de intervención, con niveles de interacción intersistémicos (irreproducibles) y de cooperación (semejantes), estos últimos buscados mediante los planteamientos tácticos propuestos por el entrenador. Ya que estos acontecimientos suceden en ambos equipos, será interesante identificar aquellas estructuras formales del equipo contrario, así como interpretar las propias para provocar situaciones deseadas, en los espacios de intervención y con los jugadores deseados. Resulta esencial que los jugadores sean capaces de identificar, interpretar y autoevaluar el juego.
El entrenador será el encargado de aumentar o diminuir el nivel de autogestión del grupo, permitiendo que el talento y la creatividad este al servicio del equipo y del resultado, reforzando los lazos socioafectivos.

En ocasiones, los entrenadores le dan importancia a aspectos tácticos individuales como 1x0 o 1x1, pero estos no son posibles dentro de una perspectiva sistémica debido a que estas situaciones surgen dentro de un partido debido a un determinado espacio de intervención, transformándose en elementos analíticos que no reproducen acontecimientos de alta complejidad con su respectiva ausencia de socioafectividad.

La estructura socioafectiva convierte al entrenador en la herramienta para guiar a los jugadores fomentando una correcta interacción entre ellos que facilite el juego del equipo mediante los correctos fenómenos afectivos, convirtiendo a sus propios jugadores, mediante la ayuda mútua y cooperación, en deportistas conscientes de lo que están realizando, lo que les interesa dentro del campo y evaluativos consigo mismos optimizando la autogestión del grupo.

Dentro de la estructura de un equipo, existirán habilidades sociales que tendrán una gran importancia en relación a la interacción dentro del propio grupo como son la asertividad y la empatía. Dentro de cada deporte, existirá un entorno cultural diferente, pero será interesante trabajar diferentes procedimientos relacionados con la estructura socioafectiva con el fin de superar obstáculos socioculturales y optimizar el aprendizaje, así como la comunicación asertiva dentro del equipo, ya sea entrenador-jugador o jugador-jugador.

Seirul·lo habla de comunicación asertivo-motriz como la “forma de afrontar los procesos de intercambios interactivos de comunicación intragrupales en todas las situaciones de entrenamiento que después podrán mostrarse en la competición en los términos indicados. Hay que generar un entorno informativo donde se optimicen las estructuras individuales resultado de ciertas interacciones intersistémicas provocadas por las vivencias del grupo y evaluadas por la optimización de la funcionalidad grupal.”

La comunicación asertivo-motriz facilitará el ofrecer alternativas tanto en el espacio de intervención como de fase. Seirul·lo nos habla del “juega fácil” como “juega asertivamente”, de manera que siempre se busque facilitar la acción al compañero. Además, la comunicación asertivo-motriz buscará evitar una posible ansiedad en el futbolista, no generar violencia hacia ningún compañero y facilitará afianzar lazos afectivos con compañeros mediante la ayuda mútua y cooperación. El valor del equipo se verá reflejado en la eficiencia en el partido, si el individuo aprende, el equipo aprende. El objetivo del entrenador debe de ser el aprendizaje del equipo mediante la confianza en la propia capacidad del equipo.

La optimización de la estructura socioafectiva en cada jugador es tarea del entrenador, llevando a cabo relaciones comunicativas positivas. El entrenador, de manera grupal, podrá pedir actuaciones activas hacia las metas de trabajo, promover la aceptación de sus propuestas de trabajo mediante disciplina y concentración, evitar en los jugadores muestras de pasividad, irritabilidad o juicios erróneos de ejecuciones de compañeros o de la metodología empleada por el entrenador. Además también deberá facilitar relaciones afectivas colectivas mediante la confianza y aceptadas por el grupo. También buscará, mediante su trabajo, buscando el saber consciente de los jugadores, una sintonización colectiva orientada hacia una autogestión del propio equipo. Podrá estimular a los menos dotados mediante experiencias referenciales individuales de tareas resueltas por los más dotados, buscando que todos los jugadores sientan comodidad, optimizando la actuación del grupo y que todos ellos sientan dependencia del propio equipo.
Es interesante para el entrenador, el evocar experiencias exitosas vividas por el colectivo, con el fin de optimizar el compromiso colectivo y la confianza de cada uno de los componentes del grupo. El entrenador deberá de estar atento a como se comunica con el grupo o cada uno de los jugadores dependiendo del contexto, primando siempre una actitud positiva que transmita seguridad, confianza, mayor autoestima y afectividad hacia sus jugadores.

Con el fin de optimizar la comunicación intragrupal, será interesante el empleo de formas del lenguaje asertivo-motrices, que todos los jugadores vivan experiencias similares a sus compañeros, dando lugar a una mayor y mejor comprensión de su situación dentro del contexto, debido a que cuanto mejor comunicación asertivo-motriz viva el colectivo, existirán más posibilidades de entender empáticamente a los compañeros. Estas muestras de asertividad y empatía mediante comportamientos afectivos, unirá en mayor medida a cada compañero. Un posible ejemplo de estrategia es la implicación motriz alternativa (“vas a jugar donde el y como el”) aumentando la comunicación empática y entendimiento ,en mayor medida, de la situación del compañero.

Marandon (2001), habla de la comprensión empática como un “conjunto de esfuerzos empleados para comprender al otro en su singularidad, de la ilusión e interés comunicativo y de la identificación con el otro”, es decir que el esfuerzo, ilusión e interés por comunicarse con el compañero o con el grupo es la base de la afectividad.
Con el fin de eliminar posibles conflictos cognitivos o afectivos, se propone emplear la empatía superando la comunicación simpática, “tratar a los demás como quieres que te traten a ti”, pasando al “dar a los demás lo que se darían a ellos mismos”, del “yo” al interés, atención, respeto y consideración por el “otro”, entendiendo como lo más importante al compañero, vinculandose por lazos afectivos evidentes, aunque sin necesidad de ser amigos.

En la estructura socioafectiva, los intereses en el plano individual de los diferentes jugadores, deberán de satisfacer sus necesidades cuando lo haga el equipo:
-Todos los jugadores deberán de estar centrados en los mismos intereses, por el bien el equipo.
-Aceptación distintos niveles de competencia entre toda la plantilla.
-Planteamiento temporal para el logro de los objetivos tanto a corto-medio como a largo plazo.
-Estimación hacia el proceso de entrenamiento, además de a su ambiente, etc..
-Reflexión de la dimensión cultural de cada sujeto e intercultural de la cual el equipo debe de aprender.


Daniel Bocanegra (2013), incluye dentro su estudio en el club U.D. Lourdes, de fútbol amateur, tests a los propios jugadoes sobre el estado socioafectivo antes del partido, en los cuales introduce las siguientes preguntas, donde dentro de cada partido, el jugador en cuestión valora cada una de las preguntas de 1 a 10 según su valoración antes de jugar cada uno de los partidos.

Bocanegra (2013), saca las siguientes conclusiones respecto a la importancia de la estructura socioafectiva en equipos e fútbol:

1. Un jugador sin ningún problema en aspectos relacionados con la estructura socioafectiva entenderá mejor lo que entrenador y compañeros necesitan, provocando un mayor rendimiento individual y rendimiento colectivo.

2. Los entrenadores que valoren la estructura socioafectiva tendrán más posibilidades de que su equipo rinda a un buen nivel y consiga los objetivos marcados.

3. Un buen clima de trabajo dentro del equipo, basado en la empatía, asertividad y autogestión optimiza el rendimiento el equipo.

4. Mejorando la estructura socioafectiva y complementándola con la cognitiva, el jugador alcanzará un alto nivel táctico estratégico.


Como conclusión, se puede destacar la importancia de la estructura socioafectiva en relación a la la optimización de las interacciones y comunicación surgidas dentro de un grupo o equipo, aumentando la cohesión de los jugadores, el clima de trabajo, rendimiento, autogestión de los propios jugadores y la posterior consecución de objetivos.




Referencias bibliográficas:



Bocanegra, D. (2013). Variables socioafectívas en eI rendimiento de futbolistas. Revista de Entrenamiento Deportivo. Tomo XXVII – Nº4, p. 15-27.

Marandón, G. (2003). Más allá de la empatía, hay que cultivarla confianza: Claves para eI reencuentro intercultural. Revista CIDOB ders Internacionals, núm. 61-62, p.75-98

Seirul·lo, F. (2004). Estructura socio-afectiva. INEFC Barcelona