Además
de las estructuras cognitiva, condicional, coordinativa,
creativo-expresiva o emotivo-volitiva desarrolladas en el proceso
global en el que se desarrolla el juego, en deportes colectivos como
el fútbol tiene vital importancia la estructura socioafectiva,
encargada de las relaciones e interacción entre cada individuo con
sus respectivos compañeros, entrenadores, etc.. formando parte todos
ellos de un grupo.
La estrucutra socioafectiva buscará optimizar
estas relaciones, de forma que cada individuo coopere, compita y acepte
a los demás, generando una serie de interacciones con sus compañeros
de situaciones vividas por cada individuo en el juego dentro del
colectivo. La evaluación posterior de cada jugador analizará si la
situación real tiene algo que ver con lo deseado previamente por el
jugador dentro de su papel en el grupo.
Diferentes
aspectos afectivos determinan la personalidad del jugador, como su
vida deportiva formada por las aportaciones de todos los equipos o
grupos de los cuales formó parte, autoestructurando en el propio
jugador, su propia imagen afectiva. Además la personalidad también
se concreta según los valores del grupo, la intimidad entre
jugadores, club y entrenador y el bienestar personal que tenga el
jugador.
En
el deporte y en los equipos es preciso una estrutura socioafectiva,
configurada con procesos interactivos y retroactivos de donde cada
jugador obtendrá una autoevaluación basada en juicios evaluativos
como los siguientes:
·
Conocimiento de la situación o contexto.
·
Expectativas del grupo.
·
Compromiso individual.
·
Confianza individual.
·
Percepción de autocompetencia que tiene sobre si mismo cada jugador.
·
Deseos individuales.
·
Satisfacción personal.
·
Aceptación a sentirse juzgado dentro del grupo.
El
nivel de complicidad del grupo vendrá precedido por una determinada
afectividad y cohesión dentro de este, provocando en caso positivo,
que la finalidad del grupo sea la finalidad de sus componentes. Es
interesante la evaluación de la interacción de las diferentes
estructuras como son la cognitiva (trata la información del sujeto,
resultado, compañeros y oponentes) que puede provocar deseos
personales positivos o negativos, la estructura condicional y
coordinativa. Estas tres estructuras provocarán fenómenos afectivos
que estimularán o deprimirán la actuación del jugador en el
entrenamiento o el partido. El entrenador deberá de tener muy en
cuenta la dimensión socioafectiva si quiere evitar el fracaso.
La
organización, el aprender y la competitividad potenciarán las
relaciones interpersonales y el rendimiento individual y de grupo.
Será clave para el entrenador la optimización de la autogestión
del grupo mediante la ayuda mútua y la cooperación, debido a que
este no juega y conseguirá un grupo de jugadores conscientes de lo
que hacen, que aprendan unos de otros. El entrenador deberá emplear
un estilo de comunicación asertivo, comunicación empática y
ofreciendo una confianza mútua, autogestionando los recursos de los
que posea la plantilla y ponerlos al servicio del equipo.
La
situación de juego podrá suceder en el espacio de intervención,
donde estarán los participantes más próximos al balón y que se
deberán de ofrecer ayuda mútua o en el espacio de fase,
aquella totalidad de espacio restante, que deberá de ser ocupado de
determinada manera por el resto de jugadores y que deberán cooperar
con sus compañeros dependiendo del sistema de juego e interpretación
de la fase de ataque o defensa. La cooperación supone que las
responsabilidades individuales de cada jugador contribuyan a los
intereses y objetivos comunes.
Será
importante que los entrenadores, con el fin de alcanzar un nivel
óptimo de autogestión por parte de los jugadores, definan los
espacios de fase, la ubicación de sus jugadores y la función de
estos en cada fase, así como la velocidad de circulación del balón.
También es interesante que los jugadores sepan identificar el papel
individual (en los espacios de intervención y de fase) y las
exigencias propias en cada uno de ellos.
Las
tareas y las intervenciones dinamizadoras y motivadoras del
entrenador tienen un papel relevante con el fin de aumentar la
confianza intrapersonal con iniciativas de cooperación y ayuda entre
los jugadores, buscando aumentar el refuerzo y el interés de los
mismos.
A
lo largo de los partidos surgirán en ambos equipos diferentes
espacios de intervención, con niveles de interacción
intersistémicos (irreproducibles) y de cooperación (semejantes),
estos últimos buscados mediante los planteamientos tácticos
propuestos por el entrenador. Ya que estos acontecimientos suceden en
ambos equipos, será interesante identificar aquellas estructuras
formales del equipo contrario, así como interpretar las propias para
provocar situaciones deseadas, en los espacios de intervención y con
los jugadores deseados. Resulta esencial que los jugadores sean
capaces de identificar, interpretar y autoevaluar el juego.
El
entrenador será el encargado de aumentar o diminuir el nivel de
autogestión del grupo, permitiendo que el talento y la creatividad
este al servicio del equipo y del resultado, reforzando los lazos
socioafectivos.
En
ocasiones, los entrenadores le dan importancia a aspectos tácticos
individuales como 1x0 o 1x1, pero estos no son posibles dentro de una
perspectiva sistémica debido a que estas situaciones surgen dentro
de un partido debido a un determinado espacio de intervención,
transformándose en elementos analíticos que no reproducen
acontecimientos de alta complejidad con su respectiva ausencia de
socioafectividad.
La
estructura socioafectiva convierte al entrenador en la herramienta
para guiar a los jugadores fomentando una correcta interacción entre
ellos que facilite el juego del equipo mediante los correctos
fenómenos afectivos, convirtiendo a sus propios jugadores, mediante
la ayuda mútua y cooperación, en deportistas conscientes de lo que
están realizando, lo que les interesa dentro del campo y evaluativos
consigo mismos optimizando la autogestión del grupo.
Dentro
de la estructura de un equipo, existirán habilidades sociales que
tendrán una gran importancia en relación a la interacción dentro
del propio grupo como son la asertividad y la empatía. Dentro de
cada deporte, existirá un entorno cultural diferente, pero será
interesante trabajar diferentes procedimientos relacionados con la
estructura socioafectiva con el fin de superar obstáculos
socioculturales y optimizar el aprendizaje, así como la comunicación
asertiva dentro del equipo, ya sea entrenador-jugador o
jugador-jugador.
Seirul·lo
habla de comunicación asertivo-motriz como la “forma de
afrontar los procesos de intercambios interactivos de comunicación
intragrupales en todas las situaciones de entrenamiento que después
podrán mostrarse en la competición en los términos indicados. Hay
que generar un entorno informativo donde se optimicen las estructuras
individuales resultado de ciertas interacciones intersistémicas
provocadas por las vivencias del grupo y evaluadas por la
optimización de la funcionalidad grupal.”
La
comunicación asertivo-motriz facilitará el ofrecer alternativas
tanto en el espacio de intervención como de fase. Seirul·lo
nos habla del “juega fácil”
como “juega asertivamente”,
de manera que siempre se busque facilitar la acción al compañero.
Además, la comunicación asertivo-motriz buscará evitar una posible
ansiedad en el futbolista, no generar violencia hacia ningún
compañero y facilitará afianzar lazos afectivos con compañeros
mediante la ayuda mútua y cooperación. El valor del equipo se verá
reflejado en la eficiencia en el partido, si el individuo aprende, el
equipo aprende. El objetivo del entrenador debe de ser el aprendizaje
del equipo mediante la confianza en la propia capacidad del equipo.
La
optimización de la estructura socioafectiva en cada jugador es tarea
del entrenador, llevando a cabo relaciones comunicativas positivas.
El entrenador, de manera grupal, podrá pedir actuaciones activas
hacia las metas de trabajo, promover la aceptación de sus propuestas
de trabajo mediante disciplina y concentración, evitar en los
jugadores muestras de pasividad, irritabilidad o juicios erróneos de
ejecuciones de compañeros o de la metodología empleada por el
entrenador. Además también deberá facilitar relaciones afectivas
colectivas mediante la confianza y aceptadas por el grupo. También
buscará, mediante su trabajo, buscando el saber consciente de los
jugadores, una sintonización colectiva orientada hacia una
autogestión del propio equipo. Podrá estimular a los menos dotados
mediante experiencias referenciales individuales de tareas resueltas
por los más dotados, buscando que todos los jugadores sientan
comodidad, optimizando la actuación del grupo y que todos ellos
sientan dependencia del propio equipo.
Es
interesante para el entrenador, el evocar experiencias exitosas
vividas por el colectivo, con el fin de optimizar el compromiso
colectivo y la confianza de cada uno de los componentes del grupo. El
entrenador deberá de estar atento a como se comunica con el grupo o
cada uno de los jugadores dependiendo del contexto, primando siempre
una actitud positiva que transmita seguridad, confianza, mayor
autoestima y afectividad hacia sus jugadores.
Con
el fin de optimizar la comunicación intragrupal, será interesante
el empleo de formas del lenguaje asertivo-motrices, que
todos los jugadores vivan experiencias similares a sus compañeros,
dando lugar a una mayor y mejor comprensión de su situación dentro
del contexto, debido a que cuanto mejor comunicación asertivo-motriz
viva el colectivo, existirán más posibilidades de entender
empáticamente a los compañeros. Estas muestras de asertividad y
empatía mediante comportamientos afectivos, unirá en mayor medida a
cada compañero. Un posible
ejemplo de estrategia es
la implicación motriz
alternativa (“vas a jugar donde el y como el”)
aumentando la comunicación empática y entendimiento ,en
mayor medida, de la situación
del compañero.
Marandon
(2001), habla de la comprensión empática como un “conjunto
de esfuerzos empleados para comprender al otro en su singularidad, de
la ilusión e interés comunicativo y de la identificación con el
otro”, es decir que el
esfuerzo, ilusión e interés por comunicarse con el compañero o con
el grupo es la base de la afectividad.
Con
el fin de eliminar posibles conflictos cognitivos o afectivos, se
propone emplear la empatía superando la comunicación simpática,
“tratar a los demás como quieres que te traten a ti”,
pasando al “dar a los demás lo que se darían a ellos
mismos”, del “yo”
al interés, atención, respeto y consideración por el “otro”,
entendiendo como lo más
importante al compañero, vinculandose por lazos afectivos evidentes,
aunque sin necesidad de ser amigos.
En
la estructura socioafectiva, los intereses en el plano individual de
los diferentes jugadores, deberán de satisfacer sus necesidades
cuando lo haga el equipo:
-Todos
los jugadores deberán de estar centrados en los mismos intereses,
por el bien el equipo.
-Aceptación
distintos niveles de competencia entre toda la plantilla.
-Planteamiento
temporal para el logro de los objetivos tanto a corto-medio como a
largo plazo.
-Estimación
hacia el proceso de entrenamiento, además de a su ambiente, etc..
-Reflexión
de la dimensión cultural de cada sujeto e intercultural de la cual
el equipo debe de aprender.
Daniel
Bocanegra (2013), incluye dentro su estudio en el club U.D. Lourdes, de fútbol
amateur, tests a los propios jugadoes sobre el estado socioafectivo antes del partido, en los cuales introduce las siguientes preguntas, donde dentro de cada partido, el jugador en cuestión valora cada una de las preguntas de 1 a 10 según su valoración antes de jugar cada uno de los partidos.Bocanegra (2013), saca las siguientes conclusiones respecto a la importancia de la estructura socioafectiva en equipos e fútbol:
1.
Un jugador sin ningún problema en aspectos relacionados con la
estructura socioafectiva entenderá mejor lo que entrenador y
compañeros necesitan, provocando un mayor rendimiento individual y
rendimiento colectivo.
2.
Los entrenadores que valoren la estructura socioafectiva tendrán más
posibilidades de que su equipo rinda a un buen nivel y consiga los
objetivos marcados.
3.
Un buen clima de trabajo dentro del equipo, basado en la empatía,
asertividad y autogestión optimiza el rendimiento el equipo.
4.
Mejorando la estructura socioafectiva y complementándola con la
cognitiva, el jugador alcanzará un alto nivel táctico estratégico.
Como
conclusión, se puede destacar la importancia de la estructura
socioafectiva en relación a la la optimización de las interacciones
y comunicación surgidas dentro de un grupo o equipo, aumentando la
cohesión de los jugadores, el clima de trabajo, rendimiento,
autogestión de los propios
jugadores y la posterior
consecución de objetivos.
Referencias
bibliográficas:
Bocanegra,
D. (2013). Variables socioafectívas en eI rendimiento de
futbolistas. Revista de Entrenamiento Deportivo. Tomo XXVII – Nº4,
p. 15-27.
Marandón,
G. (2003). Más allá de la empatía, hay que cultivarla confianza:
Claves para eI reencuentro intercultural. Revista CIDOB ders
Internacionals, núm. 61-62, p.75-98
Seirul·lo,
F. (2004). Estructura socio-afectiva. INEFC Barcelona



